Las balas cambian gobiernos con más seguridad que los votos.
En el transcurso de "Lord of War", Yuri Orlov (Nicholas Cage) argumenta y justifica que su producto mata menos gente que el tabaco y el alcohol combinados. Este cinismo marca también el ritmo y el humor negro de la película: Yuri Orolov es un vendedor de armas internacional. Cage narra, al estilo de "Buenos muchachos" o "Casino" la historia de Yuri, quien pasa de ser un don nadie viviendo en Ucrania a convertirse en el mayor contrabandista de armas a nivel mundial en un lapso de 20 años.
Yuri, se dice a si mismo, es un eslabón más en la cadena. Un intermediario, y si no fuese él alguien más tomaría su lugar. Ley de oferta y demanda. Solo comercia, no aprieta el gatillo. Cage, que resulta un actor con muchos altibajos, brilla en este papel y le da a Yuri un matiz irresistible: el de un empresario de saco y corbata carismático, hábil vendedor y padre de familia, pero sin compás moral ni conciencia. O sea, un ejecutivo hecho y derecho. "No le vendí a Bin Laden", aclara, "pero no por una cuestión moral. Sus cheques siempre rebotan." Yuri se miente a si mismo, a su hermano, y a su familia, sencillamente porque es bueno en lo que hace.
Al mismo tiempo debe balancear a su negocio y a su hermano adicto (Jared Leto) con su vida aparentemente perfecta, su esposa modelo (Bridget Moynahan) y la persecución incesante de un agente de la Interpol (Ethan Hawke), quizás el único personaje con una moral definida en toda la historia. La película tiene el ritmo de un buen thriller - mérito de Andew Niccol, quien escribe y dirige con muchisima altura, y llena a la historia de dilemas morales, guiños a eventos reales y sátira politica. Yuri es un hombre que sabe que el mal no existe sin el bien, pero aún asi el mal casi siempre prevalece, y toca fondo no menos de tres veces en el transcurso de la película. Para la segunda sencillamente ya no le importa.
Cabe destacar el tercer acto, donde se introduce a André Baptiste (Eamonn Walker), un dictador Africano encantador pero sin remordimiento alguno, que recuerda demasiado, y no casualmente, a Charles Taylor. André, a diferencia de Yuri, entiende perfectamente que lo que hace y sencillamente no tiene reparos en ordenar una matanza o volarle los sesos a un subordinado. Las escenas que comparten se roban la película, particularmente en la que Yuri se gana la confianza de André vendiéndole un révolver.
Con una dirección impecable (ya desde la primer escena, sencillamente increible), un ritmo atrapante y una historia muy bien escrita, "Lord of war" fue una de las mejores películas del 2005 y uno de los puntos más altos en la carrera de Cage. Recomendada.