La coronel británica Katherine Powell (Helen Mirren) comienza su día en "Eye in the sky" con café y órdenes de monitorear una casa en Kenya que se sospecha alberga tres de los terroristas más buscados del mundo. Coordina a un piloto de drones norteamericano (Aaron Paul) que observa la escena desde 4 kilómetros sobre el cielo, analistas de imagen en Hawaii y un joven agente Keniano en el lugar (Barkhad Abdi, impecable) que usa cámaras disfrazadas de pájaros o insectos para ver dentro de la casa, cuando descubre que los terroristas planean un doble ataque suicida.
Pilotos, comandantes, políticos, analistas y agentes de tierra tienen ahora que decidir si la operación pasa de vigilancia a ataque. El único problema: una niña vende pan justo afuera de la casa. El tiempo apremia. ¿La amenaza de dos hombres bomba y cientos de posibles víctimas justifica su muerte?
Los argumentos morales y técnicos suben y bajan por la cadena de decisiones que involucra a diez actores en tres países diferentes mientras el reloj corre, implacable, en tiempo real. El piloto hace lo imposible por no apretar el gatillo. La representante parlamentaria opina que arriesgar la vida de la niña es injustificable. La coronel no ve alternativa alguna. El secretario de política exterior teme por las repercusiones políticas de autorizar el ataque - y las de no autorizarlo. El fiscal general analiza las implicaciones legales. El departamento de estado Norteamericano argumenta que el valor de los blancos justifica el riesgo. Y todos, a la vez y por diferentes motivos, tienen razón.
El valor de "Eye in the sky" es lograr construir una historia atrapante basada en este escenario, donde la tragedia y las repercusiones recaerán, inevitablemente, en alguien, pero sin reducir a ninguno de los lados del argumento a una caricatura. El hecho de que las decisiones se tomen a miles de kilómetros del conflicto ("té y galletas mediante" como remarca el General Benson, un impecable Alan Rickman oficiando de enlace entre todas las partes) no disminuye en un ápice el drama. De hecho, el principal mensaje de la película es quizás que tomar posturas morales en situaciones que no son de blanco y negro termina siendo cínico: un punto remarcado de manera brillante en la última escena de la película - que coincide en ser la última escena jamás actuada por Rickman.
"Eye in the sky" no es una película pochoclera, con héroes y villanos obvios. Crea un ambiente de tensión increíble e incluso después de darle resolución nunca ofrece soluciones simples, dejando al espectador en la incómoda pero interesante posición de plantearse que haría en una situación semejante; no es poco para los tiempos que corren. Recomendadísima.